sábado, 21 de septiembre de 2019
Memorias en la provincia
+ Siempre me han interesado las memorias, libros que ampliamente muestran la vida desde la perspectiva de su protagonista. A veces creo que siempre las memorias son apócrifas. Encuentro en su naturaleza una colisión con la novela, porque las memorias admiten comprobaciones que las novelas no. ¿Tiene importancia? Estos días se han presentado unas memorias y yo no las leeré a no ser que por casualidad las encuentre en un estante de la biblioteca pública. Sé del autor lo suficiente, hasta en una ocasión cené con él, invitado por el provinciano ateneo. Es arrogante, y tiene motivos para ser arrogante, pero para mí hoy sólo es un aliento de vapor y niebla. Su vida es una vida ejemplar, con un claro sentido moral y eso se reflejará en el libro. Hay una entereza en su vida que me hace desconfiar. ¿Leeré sus memorias?
+ Me recupero con la lectura de algunos poemas. Poemas de Luis Alberto de Cuenca y poemas de Antonio Colinas. Se desvanece la tarde del domingo y descanso en una una música plena de romanticismo, verdadera y solida, aligerada y rectilínea. Fluctúa la sensación de finitud, pero ahí está, en el centro de la vida. La memoria no es otra cosa que una contabilidad injusta, hoy al menos.
+ Hay enfermedades del cuerpo y enfermedades del alma, también hay enfermedades literarias. Convaleciente estoy de atracones de ficción, que distorsionan las primeras horas del día, ese momento en que espero en el coche por O. o que O. espera por mí en su coche. Es una alucinación, una ebriedad que aporta la lectura intensa y prolongada. Se acentúa la geometría de la arquitectura, destaca el contraste de las luces y las sombras, las personas adquieren un aliento pictórico, retratos nunca ejecutados. Rememoro lo leído en Modiano, por ejemplo, la indagación en la vida de una mujer que voluntariamente ha desaparecido. Cuál es el reflejo en lo diario. Indago en mi propia percepción, pero el deslumbrante foco de lo diario me lo impide. He aprendido a apreciar cada latido de la realidad, algo que sólo se puede relacionar con la suma de años donde estoy y con la acumulación de lecturas; era una enfermedad. ¿Enfermedad?
+ Vuelvo a pensar en la arrogancia del memorialista. Sé de un columnista local que guarda silencio sobre el libro. Seguro estoy de que ha sufrido un desplante, un zarpazo. Al memorialista lo conozco un poco, al columnista mucho. La combinación de ambos se traduce en la intolerancia y la soberbia de uno con la indolencia y la falsificación del otro. Ninguno de los dos me interesa mucho, salvo como materia para ficciones que nunca escribiré, me interesan como productos de la negra provincia [La negra provincia de Flaubert, de Miguel Sánchez Ostiz, libro que me gustaría leer, pero el tiempo es muy limitado]. Estas fricciones despiertan mi curiosidad, la articulación de la vida cultural en una pequeña ciudad, algo tan literario. Hay una oposición nuclear entre sus vidas: el primero es un hombre trabajador y tenaz, el segundo: un vago redomado y acomodaticio. Los une la vanidad. ¿El primero ha despreciado o humillado al segundo? Eso sería materia de la novela que no escribo, salvo estos flecos que de la vida se escapan.
+ El memorialista y el escritor de columnas, podría valer como título de una novela que no se escribirá, tampoco un relato; queda la posibilidad, que es equivalente a la nada.
+ El escritor de columnas no se preocupa por su aspecto ni por su salud porque el vicio de la bebida y el tabaco es mucho más fuerte que el miedo a la muerte. Tiene gracia para escribir, pero le falta formación y constancia. A veces se notan sus carencias, a veces no. Yo lo conozco bien y sé de sus defectos y virtudes. En un tiempo teníamos una cierta relación, hoy sólo es un persona que camina por la calle: me saluda de mala gana pero yo preferiría que no me saludase (esas cosas de la negra provincia). Yo creo que él entiende que ha triunfado y yo he fracasado. Nunca lo discutiría, pero yo no busco triunfos ni glorias, sino un pequeño espacio donde desarrollar mi investigación. Mis investigaciones. Lo sé, somos, ambos, ejemplos provincianos. Lo asumo, pero no como un defecto sino como una característica más en mi configuración, en una de mis varias configuraciones. Lo múltiple habita en mí: desde la primera hora de la mañana hasta el inicio del sueño reparador. En fin, lo vimos el otro día fuera de la conferencia de presentación de las memorias del memorialista, me dio pena su soledad ante la gran jarra de cerveza: se veía claramente que había sido despreciado y que con ello venía una comprensión de su totalidad: creo haber leído que estas revelaciones marcan un inicio de una decadencia. Vale. No sé si ha tenido algún tipo de revelación, pero yo sí vi ciertas aspectos de su vida con una claridad extrema y despertaron una compasión que no se restringe a su persona sino que se expande hasta llegar a una totalidad de amigos o conocidos de hace veinte o treinta años, algo que me alcanza: así es la provincia.
+ El memorialista es muy suyo, es un hombre con un grado importante de presunción y soberbia que se refleja en las primeras palabras. La línea de su vida es clara y su inteligencia evidente. Hay un asunto áspero en su dirigirse a los demás que no me gusta, que me produce un rechazo automático, que se relaciona con simas que no consigo alcanzar, pero que tampoco deseo entrar en la exploración de su batimetría. Dejemos las simas en su profundidad silenciosa. ¿El triunfo? Las memorias son un confesarse silencioso y, al tiempo, un verse en comparativa comparación con el resto, yo aporto esto y tú: qué aportas. Vi las fotos de la presentación y se puede decir que fue un éxito. Todos estaban allí, salvo el escritor de columnas, porque el escritor de columnas dialogaba con su generosa jarra de cerveza y su tabacazo liado, húmedo, perfumes del pasado.
+ Noche de pesadillas, me salvo del vacío pero alguien en el otro lado del teléfono me dice que no quiere hablar conmigo. Me levanto y bebo agua, el agua está caliente y un sistema de recuerdos me sume en la tristeza, una tristeza que alcanza el propio sueño. Deseo que llegue el día, un nuevo día.
+ ¿La autoridad?
+ Imagen: recorte.
