sábado, 16 de marzo de 2019

La imposibilidad del viaje




+ He comenzado a preparar un viaje a Normandía. Lo primero que hice fue comprar una Guía Verde Michelin, en inglés porque en inglés estaba a muy buen precio. Paso las últimas horas del día sumergido en la lectura de las entradas sobre los pueblos y los paisajes, en el estudio de mapas y fotografías; playas, museos o castillos. Es un trabajo laborioso que me agrada. La constitución del territorio como material de indagación, donde se van colocando balizas imaginarias de diversa naturaleza: referencias literarias, noticas gastronómicas, asuntos políticos. La conjunción de las ideas anteriores con los fragmentos de realidad que aporta la guía elevan un imaginario sutil, inasible, pero que se hará materia en el futuro. Otra forma de estudiar el paso del tiempo. Esta es la lectura que guía las últimas horas del día, después de haber terminado la novela de espías y quedar un tanto decepcionado.

+ Espero la llegada de un mapa de carreteras; todavía faltan diez días, como mínimo, según veo en el localizador que tengo en mi correo-e. Para terminar mis gestiones necesito ese mapa, necesito el papel, necesito posar el escalímetro y anotar las distancias, hacer humildes cálculos y tomar decisiones.

+ Hoy viernes ha llegado el mapa de carreteras, lo extiendo sobre una cama y la disposición del territorio me intriga. Me intriga, en sí, Normandía: es un tema que crece y toma cuerpo. Las novelas tienen algo que ver en su constitución, dos novelas. No es la primera vez que, en mi caso, un territorio se une a una serie de paisajes que llegan a través de la narración. Lo sé, es un fetichismo. Pero la posibilidad del viaje se posa en esa, llamémoslas, iluminaciones. Francia es tema, un capítulo: Normandía. He de buscar el escalímetro.

+ [¿La imposibilidad del viaje?] Hoy es domingo y leo un artículo en un semanario que llega junto al periódico. Un escritor habla de que hoy no es posible viajar porque el viaje se ve imposibilitado por los vuelos baratos, la sustancia intercambiable de la oferta hotelera y una suerte de desplazamiento instantáneo que ha suplantado al viaje auténtico. En la prensa digital encuentro una entrevista con S. Pinker, el psicólogo, que dice que no es cierto que los jóvenes escriban mal, que esta es una sentencia repetida a lo largo de la historia y sin base alguna. Comparo las dos aseveraciones y veo que en realidad son caras de la misma moneda: ¿vivimos en el mejor de los mundos posibles? ¿apocalípticos o integrados? ¿es imposible el viaje? En cualquier caso, le resto importancia. No entra dentro de mis planteamientos; no desprecio el turismo.

+ Recuerdo que U. Eco en la introducción de su libro Apocalípticos e integrados decía que era muy injusto encasillar las actitudes humanas con las etiquetas anteriores.

+ Hoy he vuelto a ver a la limpiadora. La he visto feliz y esto me ha alegrado. ¿Ha regresado el hombre que la buscaba anteriormente? Pasa un instánte y los veo juntos y me digo que sí. Caminan sin prisa, juntos, sonrientes, pausados; en la calma de estas primeras y limpias horas de la mañana. El amor reconoce a sus participantes, y en ocasiones es leal con ellos, les regala la sonrisa y las palpitaciones de sus corazones, la agradable cursilería del enamoramiento. Sólo es un suspiro, pero en la decadencia del instante hay una lírica sin explicación: la magia de la finitud. Suficiente.

+ [Una vez más, creo haber repetido una imagen: se trata de la entrada anterior. ¿He insertado dos veces el teléfono del cuadro de D. Hockney? Podría ser, pero no lo comprobaré porque no quiero corregir esa duplicidad, ya que creo que tiene algún tipo de significado, en el sentido de mi reverencial admiración por el pintor. Con todo, me gustaría volver a ver el cuadro, como el que visita una ciudad donde ha sido feliz, pues ante al cuadro de D.H. fuimos felices C. y yo. Para eso deberíamos regresar a Londres, una ciudad en la distancia, un lugar a donde regresar porque allí fuimos felices].

+ Imagen: una hoja de ginkgo sobre la piedra, un recorte contra la mañana fría.