sábado, 19 de mayo de 2018
Restos
+ Pongo la emisora en línea Alouette (alondra). Pongo esta generalista emisora francesa porque me recuerda los días cuando viajábamos por Poitou-Charentes en un Twingo alquilado: pequeño, reluciente, amable. Esta era la música que sonaba. Ahora que escucho la emisora recompongo aquel viaje. El tránsito por la autopista de los pájaros, con ese poético nombre que casi es un título para un poemario, porque sé que no es infrecuente que los pájaros se estrellen contra los camiones y los autobuses, por lo tanto se podría poner de relieve la relación entre la autopista y la muerte (con tantas y tantas ramificaciones). El que por trabajo ha caminado por los arcenes y las cunetas sabe de estas muertes anónimas. La autopista de los pájaros, Alouette, el Twingo, todo permanece inalterable en un lugar que yo custodio.
+ El mendigo que habitaba en la calle donde yo vivo ha desaparecido. También han desaparecido sus pertenencias: atados de bolsas de plástico, un mugriento saco de dormir y alguna que otra cosa, de la que ignoro su filiación. Mantenía una actitud arrogante, con una incierta aristocracia: el tabaco, la suciedad mineral, el café y la ausencia de bebidas alcohólicas. De un tiempo a esta parte comenzó a desmejorarse, terminó por replegarse en sí mismo y permanecer tirado en un portal como un ovillo. Antes la gente se paraba con él y hablaba, ya nadie se paraba con él. Como si hubiese algo similar a la oración o un memento mori: todos estamos condenados a la misma pena, con independencia de nuestra actividad, trabajo o estatus. Despareció y quedó un vació que nadie llenará, pero ese vacío tiene una corta presencia, pronto nos olvidaremos salvo que salte en una conversación, entonces su resurrección no será gloriosa sino una constatación del paso del tiempo, su ciego caminar, abrupto y certero.
+ Un cualquier rostro ordenado por el paso del tiempo. Primero se la ve como adolescente en una foto en blanco y negro; después aparece ya con una cierta edad, en tras la treintena: ha ganado peso, pero su mirada es segura y alegre; los cuarenta, los cincuenta donde ya ese ha teñido el cabello de rojo. Ese color que hace que sus ojos verdes resalten. No esconde las arrugas, no se maquilla, no duda: sonríe. Cierro la página y regreso a otras obligación en la infusión del tiempo y su certeza. Vuelvo a la primera imagen y recompongo esa realidad con la realidad del día de hoy, nada ha cambiado, nada es lo mismo.
+ Se planifican viajes. Los aviones y los aeropuertos, la mecánica que hemos aprendido y ya la damos por hecha, un automatismo interior. Hemos adquirido esa indiferencia no fingida, que se tamiza en la música que del Mp3 nace. ¿Es elegancia? Libros que no se leen, libretas donde no se escribe, revistas en el regazo para ver las fotos y entresacar titulares. Nada nos interesa y nos gustaría dormir, pero no lo logramos. El avión es nuestro emblema, a disgusto es nuestro emblema. El desplazamiento, la ruptura de la distancia, el horizonte difuminado. Se planifican viajes en la profundidad de la provincia, viajes que nos lanzan a ciudades mágicas, misteriosas, más inmersas en el sueño que en la vigilia, ya que esa es la calidad metafórica del viaje: nace, se desarrolla y muere. Ahora sabemos que iremos en noviembre a Madrid, pero esto no es un viaje, esto es una visita, una reunión anual, lo que implica que la ciudad es otra ciudad: no la del turista, no la del viajero. La reunión con los amigos traza otro mapa, otras calles y otro destino. Así se envejece.
+ Cogeré el coche para ir a trabajar y volverán a sonar la canciones napolitanas interpretadas por Pavarotti. La melancolía en el inicio del martes.
+ Me llega al correo-e una foto del mendigo de que antes hablé. El mendigo está en un hospital y ya no es él. Se ha transformado o, mejor, se ha vaciado. Su persona puede estar allí, pero él ya no. Sin la barba, sin la rasta, sin su sucia beisbolera, ni los mugrientos pantalones, ni las mil bolsas con mil ingenios ficticios, ni las medio terminadas colillas o los posos de los cafés con leche: cafeína, magdalenas y azúcar. Es un hombre de madera, pero ya no es él. Me pregunto si volverá a lo mismo y no soy capaz de responder. Se bifurca el camino de la respuesta: volverá o no volverá, será él o será otro, conservará su nombre pero, según decida, se unirá al significado anterior o a un nuevo significado. En cualquier caso, los vecinos del barrio encontrarán una bonita explicación con sentido metafórico, ejemplar y fabulístico . Hoy de madera, mañana de papel: carne de artículo de costumbres, historias que se multiplican en la boca de los vecinos de mi barrio.
+ La foto del mendigo ha saltado a la prensa escrita. El pronóstico se cumple: artículo de costumbres. Vigilar la creación de un personaje no deja de ser toda una lección de cálculo y medida. En ello seguimos, en la observación detenida, taxonómica y diferenciada.
+ Imagen: la proyección de la luz solar sobre una pared blanca. La foto se ha pasado por dos o tres filtros para conseguir un aspecto pictórico, la idea estaba ahí cuando disparé.
