sábado, 14 de octubre de 2017

Música de cámara


+ ¿Por qué nos interesa un autor, por qué detestamos a otro? ¿Qué buscamos? Los motivos son variados, pero dos, en especial, me interesan hoy: la reafirmación de nuestras opiniones y la posibilidad de leer en contra de nuestras opiniones. Qué ejercicio el buscar aquello que no conviene a nuestro punto de vista, el envés de aquello que aflora en contra de nuestros argumentos y los puede desarmar. No es un ejercicio de estilo sino el indicio de una capacidad oculta. Llevar hasta la tensión nuestras certezas nos puede dar una victoria sobre nosotros mismos. Descabezar a la soberbia. [En el párrafo hay una intencionada inflación de pronombres de primera persona del plural, ni es la modestia ni lo académico lo que vibra en su intención, sino una maniobra de ocultamiento: tras el nosotros, nadie está].

+ En la soledad de la librería, dejo a un lado el repaso a lo lomos de la sección de filosofía, me siento en un sofá y comienzo a observar a las personas que por allí transitan. Padres e hijos, mujeres solas, hombres con zapatillas y americana. El silencio se rasga por la caída de una pluma sobre la espumosa alfombra verde agua mar. Hay algo cálido y sensual. Un rito, una espera, el velo neutro de la luz del otoño, lechosos fluorescentes y una inhabilitada máquina de café. Ay, esos objetos olvidados e inútiles, qué cerca estoy de vosotros. Me hundo en la butaca. La butaca me devora.

+ [Gente que se retrata con gente famosa]. La celebridad es un imán. El hombre o la mujer célebre se constituyen en emblemas donde se contienen las más variadas cualidades y ornamentos. Las características disfrazan a la persona o crean una persona más allá de su verdad cotidiana, de su ámbito íntimo, del reflejo en el espejo al final del día. Durante tiempo he observado fotos en las que se ve al admirador y al admirado en un destello instantáneo. Un hilo recorre estos retratos: el admirador sonríe y está contento, el admirado ni sonríe ni parece feliz. Hay una resignación mineral, que se puede denominar aburrimiento, cansancio o resignacón. En ocasiones es muy acusada esta circunstancia, otra veces es algo leve y casi impalpable. Nuestro tiempo acumula detalles que lo transcienden, pero localizaros y subrayarlos no es fácil, una vez que se encuentran se les debe buscar un sentido, pero ese sentido es incierto e inestable. Este es nuestro tiempo. Nuestras pantanosas realidades nos ofrecen entretenimientos en forma de observación que circunvalan lo diario en una atroz certeza: el coleccionismo es una forma de vida, con sus diferentes concreciones, con sus derivadas en la vida ordinaria. Los retratos dobles (generalmente dobles: el anónimo y el célebre) habitarán las pantallas de los teléfonos y ahí se esconderá un mensaje: pesada losa es la fama, la muerte la intimidad, la vida del selfie, la dura arista que ilumina el anónimo admirador.

+ La poesía como técnica expresiva, pero sobre todo: es una forma. ¿Cuánto poemas, en los últimos años, hemos leído que estaban mal medidos? Ah, sí, pero tenían mucho sentimiento y resultaban ser ‘la cartografía de la ilusión’. Luego remató con ‘lo hermoso y lo intenso’. Yo he dimitido de casi todo, pero me niego a dar por buenos versos mal medidos, mal acentuados. Sin fin.

+ El pianista, frente a la plaza, interpreta El amor brujo (La danza del Fuego) de Falla. Es una adaptación para piano, pero recoge la fuerza de la orquesta. Arropa la plaza y eleva su geometría a un ámbito imprevisto. Me asombra su destreza y su concentración, sin embargo, otras veces, le he visto contestar mensajes de texto mientras con la mano izquierda sostenía con maestría un bajo contundente, con una elegante indiferencia y una neutralidad distante, un estilo que contrasta con la anomia de la pantalla del intercambiable smart-phone. Es polaco y una vez conversamos [en francés, mucho mejor él que yo], entre cafés y sus afilados cigarrillos rubios. Yo creo que en la escudilla siempre hay una buena recaudación y, al mismo tiempo, disfruta con el piano: una conexión necesaria y gratificante. De Lou Reed a Mahler, Bach o Eric Satie, quizá Listz, los Beatles. Le digo a C. que es muy agradable escuchar a Falla a esta hora, cuando la noche es ya certeza, y le digo también que un día se irá y nunca más lo volveremos a ver. Ella se ríe y yo me doy cuenta, de inmediato: eso mismo se puede decir de cualquier persona. La última nota sostenida es profunda y hermética, una nota grave que retumba en las piedras y en los cristales de los ventanales de la plaza. Materia poética sin la obligada forma: sería el momento del trabajo del poeta, que, como el compositor, precisa silencio, estudio e intuición. Es hora de regresar.

+ Imagen: puertas. Puerta (-s). La puerta es recurrente en la fotos que disparo allí donde voy. Las puertas son algo más que su función porque hay una suerte de ornamentos y formas que expresan el deseo de transcender. Sin embargo, elijo una puerta que no posee ese rédito, pero su belleza se la da la salitre, el sol y el paso del tiempo. Cómo se deshace el color para ser otra cosa, como las arrugas de un rostro, como la huella de un cuerpo en un sofá. Colores deseables que hablan de esa música de cámara, los colores que no se improvisan porque son fruto de lo orgánico.