sábado, 8 de octubre de 2016
Arte final
+ ¿Qué es más importante: el hecho o el conjunto, la época o el sistema? Son preguntas que me hago a lo largo del día, y desconozco la respuesta. Quizá atacado por una enfermedad que me enfrenta a particulares maneras de expresarme, me detengo en detalles que carecen de importancia: el mal uso de una preposición, un verbo mal conjugado, una falta de ortografía (…) Ahora bien, lo trascendental es lo que circula por debajo: la idea de fuerza. Pero, ¿y su expresión, se puede perdonar? El estilo lo es todo, mucho más, incluso.
+ Qué gran tontería hablar de hecho histórico, una porque no lo es y dos porque, de serlo, resulta irrelevante. No hay manera de sacudirse esa prosa imprecisa y dispersa que se esparce como las esporas de las setas. Es así como las ideas echan raíz y se instalan para ¿siempre? Hora de cerrar el ordenador. Es un hecho histórico, como todo lo humano, por minúsculo que sea, es histórico, político, social, económico (…), pero lo que tiene relevancia es la trayectoria que marca una tendencia, ese leer los datos para aventurar una posibilidad y el dato aislado no es más que un sinsentido, pues ha perdido aquello que le da carta de validez. Ay, cierro, ya, el ordenador.
+ Se inflama el día, arde el día.
+ El ‘arte final’ es el material preparado para enviar a la imprenta. Todo se ha cerrado y ya sólo queda por culminar el proceso de impresión, que es otro proceso distinto al creativo. Parece, en principio, que como metáfora podría dar su rendimiento, elevar comparaciones y establecer nexos con particularidades políticas, sociales y culturales, y sobre ellas: lo económico. Sin embargo, prefiero no utilizar la expresión. ¿Por qué? Intuiciones que se erigen en certezas o se desmoronan.
+ [Otra metáfora: la maqueta y su exactitud]. Primeras horas del día: como una maqueta, perfecta y fría. Los edificios, sus líneas rectas y afiladas; el tren que surca el paisaje, sobre la vía, luces, definición y parsimonia, aparente parsimonia; las farolas y el sendero que marcan. La luz otoñal posee una calidad apropiada para la fotografía [sin cámara]. El paisaje urbano estructura la idea de finitud, la única posibilidad: el presente. Y se desvanece según el sol sale. Pienso en Faetón y el carro solar. Todo intento vano está destinado a transformase en melancolía. Ese humor negro. Esta enfermedad contrasta con la calidad del aire y la definición de todo lo que veo. Comienzo a correr y el frío de la mañana me entrega una sentencia: cumpliré con la tarea diaria que yo me he impuesto. La maqueta otorga una medida, trataré de no olvidarlo.
+ [Ego]. A distancia asistió a la muestra de la cuestión ‘por qué soy artista’. La cuestión es retórica, redundante y aburrida. Muchas veces he pensado que todo lo que se ‘hace’ responde a esa pregunta, aunque se enmascare, con mayor o menor simpleza. Quién inviste al sujeto como artista sino él mismo. Luego está todo el componente sociológico que le lleva a ocupar [o no] un lugar en el conjunto social, pero ese es otro tema. Quizá lo desvele la identidad del sujeto mediante su cuestión no tenga más interés que otro cuestionamiento, pero hay algo nuclear en ello. Así se puede ver a Velázquez en su cuadro más famoso, se puede ver a Hockney en sus retratos o cuestiones de Vanguardia 2.0 que inciden en lo mismo. Finalmente, no cabe otra que comparar lo plástico con lo literario, aunque con menos insistencia: porque toda la cuestión antes tratada no deja de ser literaria: el sentido autobiográfico y la vida como ficción y la ficción como vida.
+ Corto y dejo que suene Karftwerk.
+ ¿2D ó 3D?
+ Imagen. Londres, 2014. La foto es un testimonio de una idea literaria de la ciudad. Incide en su transparencia, en lo cambiante, en una ensoñación romántica
