sábado, 23 de enero de 2016

Diletantes



+  Hemos visitado museos y galerías de arte sin un propósito claro. Por pasear, por ver gente y, tal vez, cuadros. Esa manera de ver pasar la vida: sin intervenir en ella, con una elegancia trasnochada y superflua. Grandes cuadros, prescindibles cuadros, herméticas exposiciones, aleatorias muestras. El arte es una vía de entretenimiento y observación indispensable para el flâneur. Allí se da una concentración de intereses y posturas que no se aprecia en otro lugar. El estudiante con su bloc de notas, la mujer que hace de su pasatiempo la razón del vivir, el ligón con la víctima, el hombre sabio, la niña aburrida y el colegio como rebaño del hastío y la prisa. Sentarse en una bancada y ver pasar a la gente es un placer sin par. Se abre un mundo insospechado y, al tiempo, ver el cuadro. Así he repasado obras de libro de texto: Velázquez, Turner, Van Gogh. Pero muchos, muchísimos más sin esa importancia. El análisis del contexto aporta una visión enloquecida de lo que realmente importa. Para eso están estas catas pseudo sociológicas: entretenimiento y diletantismo.

+ Lo anterior aplicado al concierto de música clásica. Así mismo, el concierto de jazz. Una lista demasiado larga y pretenciosa. Qué importa. Es muy similar a poner nota a los libros, a los discos, a las películas. Me gusta/no me gusta. Pero el vicio de las listas no admite discusión y en eso estamos. Un día se muere una estrella del pop y es mucho más interesante la hagiografía espontánea que la biografía. Contemplar y estudiar a los otros sin consecuencias. Hay, en efecto, una contradicción notable, pero es complejo esquivarla. Hoy no llueve, quién nos ha bendecido con esta tregua.

+ La realidad es muy rica. Imposible atraparla. Como el gato que, inmóvil durante horas, espera a su presa: ratón o pajarito, le da alcance, juega con él y lo olvida. La realidad cotidiana, el día a día, lo vulgar y lo rutinario tienen el poder de la sorpresa. Sólo hay que evitar las visiones automáticas. Elevarse sobre el escenario y dejar de ser uno más, para contemplar: como espectador. Lejos ya de lo dado, aparece la sorpresa, la poesía y lo magnífico. No hay realidades superiores a otras, ni inferiores: que se lo digan a los muertos. Tan extremadamente sinuosa, fértil e incomprensible.

+ La gata que pasea tranquila, la transparencia del día de enero, una brisa fría, pero no heladora. El sabor del café, la pastas escocesas con exceso de mantequilla, un requiem que nadie consigue identificar. El tiempo se ha detenido. La gata con sus patitas blancas acaricia la yerba, salta un pequeño ratón  y lo caza al vuelo. La muerte se hace materia en sus garras. Esa transformación que va de la ternura de su cara mimosa a la fiera que esconde, la gran cazadora de los prados y las huertas muestra sus dientes filosos. Somos ambiguos, caras ocultas, serpientes y jilgueros, reptiles y ángeles.

+ En algún sitio se puede leer una entrevista con Michael Cain donde el actor británico dice que en su juventud bebía una botella de vodka a diario, y añade que le recomienda a un actor joven que no haga caso de los consejos que le darán los actores viejos: siempre le sentenciarán que lo deje, que es una profesión podrida. Una botella diaria de vodka y una  profesión podrida. Hay algo en la yuxtaposición que me gusta, me gusta mucho y parece explicar ciertos momentos de mi vida: cosas que he hecho, cosas que he visto. Excusas para beber, el sufrimiento como el vaso de licor, "color de ginebra mala", como si difiriese ese color del color de la ginebra de calidad. Un sabor medicinal y profundo. El vodka helado, vasos helados, zumo de naranja. Suave y certero, como un caramelo. Pero Michael Cain abandonó la bebida y ya no da consejos, quizá nunca los dio. Se cierran los aposentos de la noche.


+ Imagen: atareados y anónimos, se pueden ver en los centros comerciales a última hora de la tarde; gesticulan sin alzar la voz, anotan y se miran sin esperar nada. Ha caído la noche, una vez más: recogen sus cosas y desaparecen. Cierran el centro comercial. [Algún lugar en Oporto].