+ [Vapor]: anteriormente una calavera o un esqueleto remitían a la muerte, pero ahora el memento mori es un motivo para la moda o para el arte [contemporáneo] en una incierta vena banal. Los huesos son cool. La canalización de los símbolos habla y describe el momento, sin cortes ni contrastes morales: es un hecho, un espejo que constata el rechazo a la finitud. Mientras en otras épocas la muerte era la muerte, ahora se enmascara y se evita su presencia, su certeza. Así, también, sucede con la vejez y la decrepitud, con la enfermedad y el dolor. Sólo lo fluido y suave se puede aceptar. Esa textura sedosa que recubre los días y las noches. Los suplementos dominicales descansan sobre la mesa que se dispone frente al televisor: color, papel estucado, mujeres que sólo habitan en el corazón del retoque fotográfico, hombres de cera en su carne impasible. Las calaveras que se ven en la revista están desgajadas de los que ven la revista, son ajenas a ellos, pero en ellos también se contiene una calavera: aunque no les guste y prefieran una visión irónica de su naturaleza mortal. Así hay pulseras, camisetas, tatuajes, pósters, cinturones (…) No hay posibilidad de conjurar el fin. La finitud continua siendo la medida de todo lo humano, su razón, esa razón de la que nadie escapa. Cierro la revista sin miedo ni esperanza.
+ "Se podría decir que el cuento es el arte de la omisión". Géneros literarios, Kurt Spang.
+ Todo lo que no se dice y se debe sobreentender. Hablamos en el museo y nos encontramos con nosotros, con la intimidad que a lo largo de los años hemos disfrutado, construido, perdido y recuperado. No hacen falta más palabras, la galería se asoma a una extensión de césped considerable y allí se contiene nuestra historia, la que en ese momento protagonizamos. Somos el resultado del pasado, pero no somos el pasado, así: podemos construir la narración conforme a nuestras necesidades. La búsqueda del equilibrio y la alegría. Oporto muestra una de sus caras, nunca antes vista, muchas veces intuida. La renovación es el tema del día.
+ La voz humana es el instrumento del que derivan todos los demás, de una manera subordinada: of course. Por antonomasia, repito con entusiamo antes de que comience el concierto, mientras nos perdemos en los ornamentos de la sala. La luz decrece y se cierran las puertas. Aparecen los músicos, una pequeña introduccion a la polifonía. Todo se detiene. Suena un réquiem y las voces transportan la imaginación a capillas o catedrales de un primer renacimiento portugués. Esa catedral de Braga es ahora el motivo de una volatil rememoración, ahí se reconstruye: en un escenario futurista de láminas de cobre sobre madera, de seda plateada y reposabrazos transparentes. La mano que acaricio vibra suavemente. Hay una mujer de una belleza pasmosa en nuestra cercanía. Parece imposible que exista un ser humano tan perfecto: es inquietante. Sus perfectos rasgos asiáticos, el pelo negro como el viento nocturno, la serena sucesión de sus gestos. Luego, cuando la vemos sola, en el restaurante de A Casa da Música, su articulada manera de llevar la copa a los labios nos enamora: hay que apreciar el arte del instante en toda su grandeza, en su plenitud. La cena no fue buena, pero el escenario y los personajes nos salvaron de la mediocridad: esa playa de música y viento, el ballet, los labios rojos y la piel tan blanca, sin maquillaje. En la terraza Porto es una extensión para soñar, sin cálculos.
+ No es la primera vez que la decisión entre el café o el té resulta compleja, tan compleja. Cada uno tiene su punto exacto de excitación. El momento decide con su automatismo infalible.
+ Imagen: terraza de A Casa da Música. La noche es translucida.
