sábado, 6 de septiembre de 2014

Malgré lui


+ [Malgré lui = a pesar suyo].

+ Los ricos y los pobres tienen en común su interés por las supersticiones. [Hanif Kureish Something to tell you].

+ Supersticiones. Amuletos y emblemas. Como amuleto dos cuervos. alguien podría pensar en dos tatuajes, pero se equivoca. Es algo recóndito y especial, no explícito. Tengo en una puerta del coche las marcas del ala de un cuervo. Semeja una mujer tendida, en la playa, levante incorporada. Quizá se trate de un alfabeto nunca cuajado. Allí se hace mineral la intuición del día, más allá de las palabras.

+ Hay en muchas ocasiones una urgente necesidad de medir el tiempo con precisión. No siempre es necesario y, desde luego, resulta un placer poder establecer comparaciones y escalas diferentes que nos alejen de la evidencia de las obligaciones. Por ejemplo: compartimentos de dos horas, picos cada 17 minutos, escalas aleatorias. No importa. Quizá lo más sutil sea eliminar cualquier compartimentación y dejarse llevar por los ritmos que la luz impone. Vaya, hoy es sábado.

+ Desde mi mesa de trabajo puedo ver un espeso bosque de altos eucaliptos: lo atraviesa una carretera estrehca, una carretera que conduce a una fábrica de conservas en la orilla del mar. En la lejanía, las camionetas, los camiones con remolque, los coches son un poco más maqueta y un poco menos objetos tangibles. La representación se equipara con lo real, con la realidad de la mañana. He comprobado que esa sensación de maqueta sólo es visible desde esa mesa de trabajo, no desde otras, no desde otros lugares próximos. No tiene explicación, y si existe no la precisa. Una observación demasiado intensa de una escena conduce a confusiones, ebriedades: tal vez: la representación y lo representado se confunden. Es un instante cuando se produce esa transmutación. Durante el regreso a casa pienso en ello hasta llegar a un punto en el cual no hay solución. El pensamiento no aclara nada, es mejor la sensación en sí misma y sus posibles derivaciones.

+ Se deja invitar por los jóvenes músicos, sin mucho interés. Se deja invitar y hay algo literario en ello, más en el personaje que ha construido sin proyecto que en la idea que de sí mismo tiene. El humo es un aliado poco fiable: tabaco, hachís y cerveza helada. No se trata de traiciones. El muchacho se adentra en el turbión del bar con el billete en la mano, él espera en el quicio, pero termina por volver con su esposa. La terraza está pletórica, ellos, el matrimonio, bajo el soportal son un poco más viejos, más melancólicos, hundidos en su amor sin remisión. La noche tiene sus violines y sus alambradas, muros y cristales de colores. Ya nadie corrige a nadie, por suerte.

+ A pesar suyo, le pagó la copa de coñac. No era una obligación, pero sentía una despedida en el gesto: "si quieres toma otra más". Había una venganza o un ajuste de cuentas en el sonido de las monedas contra el mostrador de mármol veteado. La ciudad duerme y él ultima sus libaciones sin mucha gloria, con vicio escolar o provinciano. La provincia duerme y el vino secreto y barato se destila en las charlas de las dos de la mañana.

+ Tener cosas extrañas es de hombres poco cultos. Es mejor no poseer cosas desconcertantes. [Kenko Yoshida].