sábado, 16 de agosto de 2014

La inteligencia y la memoria, para una mitología


+ Hugin y Munin. Los cuervos de Odin: la inteligencia y la memoria. Rescato sus nombres de un poema de Luis Alberto de Cuenca y recuerdo haber visto contigo a L. A. de C. contigo, en Madrid. Le vimos mientras sacaba dinero de un cajero y escuchamos decir a la adolescente que le acompañaba: "Luis Alberto, tranquilo, que yo vigilo". Nos reimos. Para mí fue un gran momento. Nos dirigíamos a un restaurante japonés no muy caro, el otoño comenzaba, pero era un día luminoso, fresco, azulado, tan madrileño. Años después le vi pasar con un conferenciante por una calle de esta provincia. Nunca dije nada. Por ejemplo, no le dije, no le grité: Luis Alberto: Nec metu, nec spe. No importa mucho. El otro día, tarde de sábado, librerías y skaters, compré un tomo con su poesía completa, hasta el 2005. Una tarde de comprar libros, muchos libros, de bebidas multicolores y deliciosa Coca-Cola Light.  Nos reímos y estuvimos serios cuando contemplamos la posibilidad de una elección mitológica. Ahora, en calma, mientras leo, a mí me gustaría ser Odin, pero no por otra cosa que por tener los dos cuervos que van por el mundo y al final del día traen noticias. Para saberlo todo, para olvidarlo a continuación y quedarme sólo con el poso de la comparación, una sabiduría articulada en el estallido del instante: sin darle importancia, como un avispero sin avispas. Sin embargo, los cuervos, de alguna manera, llegan cada noche a mí, me hablan de posibles e imposibles amores, de desengaños y de esperanza, me hablan de todo aquello que nos queda por hacer. La inteligencia y la memoria perviven en los gestos y su vuelo es exacto y constante.

+ " (…) se nos quedan los ojos allá arriba,/ en esa línea de las cresterías/  talladas a diamante" Antonio Colinas. Peña Trevinca, en el recuerdo: agosto.

+ La tarde, en las desdibujadas línea del horizonte, es una promesa. La playa se pliega sobre sí misma: una imagen, la verdad reciente. Los cuerpos son misteriosos y bellos, con independencia de la edad, la altura, el peso o el volumen. Hay verdades que se generan en su conjunción, pero es mejor que ésta quede en suspenso, sin llegar a ser definida, en el campo erótico de la sugerencia. Es el dios del momento quién nos seduce, a pesar de ocultarse en el su último baño, sumergido: bucea hacia los bancos de algas, entre piedras y náufragos. Nada busca, nada ambiciona.

+ Cualquier día, en las primeras horas. Un paseo a la orilla del río. Veo como bajan del albergue mendigos y heroinómanos. Observo, sin fijarme mucho, en sus ropas, en el paso lento, en la constancia del humo de sus cigarrillos. A alguno de ellos conozco. Son el testigo de la devastación de la heroína. Contrasta su perfil con la rotunda belleza de la mañana, con el aire tibio, se contraponen a la ropa deportiva de las adolescentes y las mujeres maduras: llenas de salud y determinación. La belleza es la salud. Esta equiparación es ahora más rotunda. El río es una metáfora bien conocida, ellos son otra manera que la realidad nos ofrece para entender las derivaciones que esconde lo múltiple y lo tangible. Serios, concisos, asombrados. La mañana es una silueta de deportistas donde ellos son un contrapunto indeseable pero auténtico. Más adelante, arropado por la música del Mp3, creo entender cómo el ciclo de la vida se muestra sin darse importancia. Tres avispas devoran el cadáver de una lagartija: el arco de sus costillas recuerda a las espinas de un pez, su piel todavía conserva una belleza de verdes y pequeñas motas amarillas, asoma la carne amoratada. Hago una foto, luego la estudio y termino por borrarla: hay algo que me desagrada profundamente. Son las avispas, sin duda, me enferman porque te enferman, me digo recordando los peligros que atesoran. Uno lo uno a lo otro, me detengo y pienso en el humo denso de los cigarrillos, en la dedicación a un vicio, en la transparencia de la mañana y en la imposibilidad de regresar de la muerte. Nada de esto tiene derecho a emerger, la tarea está en centrarse en la música y restringir el flujo del pensamiento: hasta que se extinga. Shostakovich eleva el paisaje a obra de arte y da paso a un punto cero. Volveré, los pliegues son tramas de lo extenso.


+ [Imagen: La fotografía es un vehículo para la abstracción].