+ El piano: trasatlántico insumergible. El piano nos salvará, en nuestra beatífica ignorancia, que no es igual a una docta ignorancia. Sigo a la espera del concierto de M.J.P. Solo un momento, la salvación será un instante, la reverberación de la música a lo largo de los días. Ya lo he experimentado y eso buscamos, C. y yo.
+ Un porqué para la música francesa del XIX y principios del XX. El piano, una vez más. ¿Un signo o símbolo de época, que se traduce en esta época, en este hoy mismo? ¿O, tal vez, un emblema, ese trasatlántico? Ambas razones se unen y se dispersan sin solución de continuidad. Así está bien.
+ ¿Soy un ignorante o la virtud descansa en el dinero? Veo una fastuosa colección de arte y me parece tan deslavazada como carente de sentido, salvo por una cuestión representativa. Le falta un hilo narrativo o una estructura que articule la vibración que mueve a esta persona a comprar. ¿Es todo comprar? No puedo dar consejos, pero sí juzgar: no me gusta el ejercicio fallero que implica. La acumulación y el colorido no me interesan, a pesar de que haya una obra de D. H., esta desmerece en ese conjunto. Esto me lleva a reivindicarme en mi ignorancia. Qué sabré yo. Un profesor universitario tiene criterio, un periodista acreditado también, yo solo un susurro inaudible. Mi surco está para mí, ahí sembraré: un cierto cinismo. La representación del poder tiene capacidad de torcer voluntades, hacer decir al insumiso alabanzas y sacar del extremista moderación o buenos modales. Recuerdo haber visto a un poeta marginal y libérrimo acercarse y besar la mano de un registrador de la propiedad, en aquel momento no entendí, ahora sí: el tiempo no me ha desgastado, me ha afilado. El filo del cuchillo se resuelve en un arabesco de Debussy (Arabesque Nº1).
+ La navegación diaria aporta cansancio y aburrimiento. No se puede permitir. Hay que distanciarse y reflexionar sobre ambas realidades: el cansancio y el aburrimiento. No dejan de ser procesos de depuración, sin detenerse. La determinación tiene la llave.
+ Me gusta poner el ordenador en modo máquina de escribir. ¿Qué significa esto? Desconectarlo de internet, dejar que el procesador de textos gobierne el barco y ponerlo en la posición de concentración [el texto aparece como si fuese ya la impresión final, con la hermosa calidad de la página terminada].
+ Juliano el Egipcio: “Id , ladrones, con presteza / A casa mas accesible, / Que aquí hay guarda irresistible: / ¿Sabéis quién es? La pobreza.” Encuentro por casualidad esta enseñanza que oscila entre la extrañeza y lo obvio, lo trillado, pero, todavía, contiene el perfume de lo raro. Juliano el Egipcio nos habla desde la antigua Roma, pero la traducción que copio es decimonónica, por lo tanto, las lecturas se expanden. Nadie lee dos veces el mismo libro, tampoco los periodos históricos reciben el mismo texto. Juliano me parece un raro en esta tarde brumosa de febrero y dejo constancia de ello.
+ Imagen: duplico la imagen, aunque la anterior era un recorte de esta. Esta presencia se relaciona con la observación, el museo y la duplicidad. Sin más, pero tampoco en menor medida.




