+ La idea, que viene de unos meses atrás, se ha cuajado desde el último día de mayo del presente año (2024). Fuimos a Madrid C. y yo con el objeto de ver una amplia retrospectiva de Tàpies. Cumplimos nuestro propósito y resultó más que satisfactorio. Días antes del viaje relámpago [cómo me gustan las colocaciones léxicas] yo indagué sobre la exposición a visitar. Datos que me sirvieron para recordar y para descubrir facetas del multifacetado universo del pintor catalán. En todo ese maremágnum que me ofrecía la red, por esas casualidades de la errática navegación, recalé en la página de PhotoESPAÑA y me encontré con la, también extensa, muestra del fotógrafo holandés Erwin Olaf. La propuesta de tan teatral resultaba acogedora, inquietante y con la promesa de la esperada reconciliación con la fotografía. No lo dudé.
+ Erwin Olaf: Hace poco tiempo volví, otra vez, a su página web y rescaté aquella sensación de tener frente a mis ojos la solución a la pregunta que plantea el entramado teatral que se constituye en torno a la vida. Concretamente, Im Wald. El bosque, las personas que lo habitan (durante un breve tiempo, durante toda una vida, a lo largo de un fragmento importante de su vida), el colosal y magnético blanco y negro, la inconmensurable fuerza de la naturaleza atrapa en la tintura romántica [intencionada y cínica pose], las capas narrativas que estratégicamente se superponen. Por ejemplo. No se trata, ahora mismo, de indagar en la vida, en la formación, en la obra del fotógrafo. Al contrario, todo gira sobre el eje de aquella sensación antes nombrada: el teatro como prisma desde el que entender la vida. Ahí comienza a fraguarse el reencuentro: en ese preciso punto, en aquel 31 de mayo de 2024.
+ Estos días, en la nombrada y errática navegación por la red, encontré la obra de Marta Soul. El punto de unión con el autor citado en el párrafo previo está situado en la teatralidad, que es ahora, grandemente y para mi uso, el interés que tengo en la fotografía. Indago en sus imágenes y me ayudan a transformar lo rutinario en escena. He conseguido tener una intuición propia, sin mayor anclaje que el que yo propongo. Deliberadamente, incluyo a la fotógrafa en una suerte de canon. Termino y pienso que tan errática la navegación no resulta, pues los puertos a los que llego son gratos y allí donde se ubica lo que no me interesa, no recalo. Lo rutinario es un campo para la experimentación. Lo común, lo trillado, la rutina, la sucesión de días y tareas. La captura de estos instantes motiva una reflexión sobre la propia constitución vital. Más allá de estas fotos, hay otras y otras que no se han disparado y no se dispararán. Ese vigor en la constitución de la imagen nutre la mirada y, así, me puedo sentar en una terraza y ver pasar gente. ¿Hay fotografía ahí? Quizá la palabra no sea fotografía y sí teatro, la teatralidad. En esta unión entre lo primero y lo segundo estoy.
+ Finalmente, esta reconciliación con la fotografía está relacionado con que he asumido la complejidad, la extrema complejidad, de las sociedad en las que vivimos. Entiendo que es desde ahí desde donde hay que establecer los contextos necesarios para cualquier lectura. El teatro que guía lo vital, entre muchas otras razones, me ayuda a cartografiar esa complejidad, tarea imposible: la cartografía de lo complejo.
+ En relación con los autorretratos de Erwin Olaf, alguien dice que vivimos en la sociedad del yo. ¿El yo en el centro de la escena multiforme que se constituye en el espacio público, físico y digital? Sí, eso mismo.
+ Nan Golding: Tengo un pequeño libro de Nan Golding. He repasado muchas veces este pequeño libro: imágenes de su vida, que se traducen en un diario ajeno a los usos acostumbrados, pero con la misma descarga y asunción de la intimidad. Explícito, con una continuidad muy marcada y con la extensión de lo inmediato. El hilo rojo que instituye la continuidad de sus fotos tiene una coherencia férrea y, al tiempo, extraña, porque el mundo cotidiano que retrata es extraño. Como extrañas son todas las vidas. La palabra extraño (-a), en principio, resulta un tanto vacía, sin embargo, hay una acepción que el diccionario manifiesta de manera inequívoca la naturaleza que ahora me interesa: “De nación, familia o profesión distinta de la que se nombra o sobrentiende, en contraposición a propio.” Ese alejamiento de lo propio me parece un rasgo importante, ese extrañarse de la circunstancia personal y cotidiana coloca al espectador ante la misma posición: la vida es rara, vivir es raro, pero los automatismos emboscan nuestras propias rarezas (Drae: Emboscarse: “Entrarse u ocultarse entre el ramaje”). Esta realidad no es única, pero tampoco falsa. Hay un mecanismo instintivo en estas fotos que se transforma en voluntad de romper lo dado, porque bajo las capas superficiales encontramos una inconsciente realidad: erótica, monstruosa, violenta, ebria, marginal, absurda o tierna. Se puede, en este sentido, entender la cámara que utilizaba la fotograma: una Contax t3 [robusta, compacta, pequeña, con flash incorporado] como un emblema. La renuncia a la complicación en beneficio de lo transparente y verdadero. Ese gesto improvisado y provisional se muestra con claridad en sus fotos, que no está alejado de la vida misma, su vida. Ese gesto es el que me interesa y es el donde se inserta este reencuentro o reconciliación.
+ La casualidad me conduce a la biblioteca pública. Entro y tomo un libro que me conviene para mi investigación, Una larga lealtad. Filólogos y afines de Francisco Rico. No es el tema. Hay, a la entrada de biblioteca, un estante de libros para llevar y no devolver. Entre ellos encuentro un pequeño catalogo de una exposición en Banco de España de su colección fotográfica. Lo sumo al botín. La exposición ya pasó. From Albumen to Pixel. Ni siquiera lo he ojeado, pero ahí está, a la espera. Transcurre la tarde con sus trabajos y descansos. Abro el libro y el material es heterogéneo e interesante, por la disparidad temática y por la lectura que ofrece este solaparse. Lo cierro. Postergo su lectura y regreso all estudio.
+ [El librito está en inglés].
+ Una cita del librito anterior: “Life passes, but the image remains” (Ramón y Cajal).
+ Las fotos, las cámaras, los fotógrafos anónimos, mi relato en imágenes, lo que hablan de mí, lo que de mí callan.
+ Imagen: las tres fotos que cuelgo hoy tienen en común que no hay sujetos, solo espacio, aunque son espacios para los sujetos, para sus vidas, para sus trabajos. ¿Se pueden considerar fotos arquitectónicas? De ninguna manera. Estas fotos intentan elevar una idea de ausencia, ausencia concurrente en todas las fotos que he ido publicado aquí desde hace más de diez años. No hay una conexión necesaria con el texto, pero esta puede surgir espontáneamente, aunque sin intención. Se trata de la continuidad con lo anterior. Así lo entiendo yo y no puedo, ni sé, ni quiero mostrarlo de otra forma.







