+ Continuo viendo vídeos de moda. La duración es variable, oscila entre unos pocos minutos y otros que rebasan la hora. Hoy, en concreto, veo uno que trata de un desfile de Jeremy Scott, el diseñador norteamericano. Hay muchas cosas que me llaman la atención, pero sobre ellas una en especial: la ropa mantiene la actualidad, pero los teléfonos, las cámaras de fotos, los ordenadores y la páginas web son viejísimas, y sólo han pasado seis años de aquél desfile. Algo nos lleva a pensar que los artilugios electrónicos tienen una vida muy corta y poco interesante una vez que su momento pasa; por el contrario, la ropa posee alma, vive y muere y resucita [así regresan los años ochenta o los noventa], los devices ni siquiera se expresan, no toman de su propietario su vivir, como sucede con la ropa. Pienso en cómo unos zapatos acaban por pertenecer a la huella del dueño, como los pliegues de un pantalón son el dibujo de unas piernas, o un bolso que atesora en sí las historias de su propietaria, alegrías y penas en ese desgastarse elegante, de la misma manera sucede con los rostros: qué bellos envejecer he encontrado en el camino. Finalmente, sé que todo en su absoluta existencia es un memento mori, el retrato de una vanidad, la vanidad del vivir y creer que el instante es eternidad. Por cierto, en algún lugar leo cómo vanidad y vacío se equiparan. Apago el televisor, apago el AppleTv, apago mi teléfono. Se cierra el tiempo de los devices y se abre el tiempo del sueño.
+ Alguien dice: la gente interesante habla de ideas, la gente mediocre de cosas, la gente vulgar habla de vino. No puedo dejar de reír por la extraña descripción que se produce, extraña y certera.
+ Veo crecer las montañas de libros a mi alrededor como si se tratase de una favela que asciende por la ladera de una montaña. Sin orden, multicolor, propositiva. Así es mi manera de leer; aunque hay una parte sistemática, programada y exacta, tiene su contra en un desorden fértil. Antes de dormir estudio los títulos y veo que esperan muchos por mi atención, esto me lleva a establecer una tregua. No compraré más libros. ¿No? Como dicen todos los adictos, yo controlo.
+ Mientras corro escucho la canción de Prefab Sprout Music Is A Princess. En resumen, una voz dice que la música es una princesa y él un chico vestido de harapos, Oliver Twist: resume. Sin embargo, desde que escuchó su voz por primera vez se entregó a sus banderas, esas que él enarbola. La música. El arte llama a muchos y a muchos digiere, porque el talento es escaso y dentro de esa minoría hay muchos que lo malgastan en artificios, en empresas sin corazón o sin estilo, en sus propios pozos de dolor y auencia. Hay algo en la creación doloroso y difícil de comprender para aquél que nunca se atrevido a escribir un poema, componer una canción o empuñar un lápiz para dibujar un rostro amado, sin ir más lejos. Corro y veo como el día comienza, como se desplazan los patos sobre el agua, las canoas y las piraguas, como otros también corren o pasean; y la música está ahí, con algo tan complicado de explicar y, a la vez, tan intenso. La música nos acerca a una parte desconocida de nosotros mismos, mediante un entramado de sugerencias y sinestesias desde donde emergen episodios vívidos, rostros, aromas, lejanías, ropas, eróticas muchachas que nunca existieron, hombres hermosos y/o andróginos. Sí, somos muchachos harapientos que gozan con las limosnas musicales, mientras otros son devorados por sus tentativos ofrecimientos: ay, muchos son los llamados, pocos los elegidos, y, nosotros, somos espectadores impasibles, mientras corremos.
+ Los disparatados viajes en los noventa que nos llevaron hasta Lisboa en una carambola de licor barato, libros y conversaciones. Así se ha quedado fosilizada aquella Lisboa en una canción de los Smiths. A renglón seguido, regreso al tratamiento de la mitología en el barroco español. ¿Son complementarios estos mundos o se solapan? Sin duda, yo soy esto y mucho más, pero todavía está por descubrir: cada día tiene su afán, cada afán es una propuesta para el triunfo, ya el triunfo es la indiferencia; y así.
+ Imagen(es): ante los jardines, ante un estanque, las formas nos llevan a la abstracción y todo lo que se abstrae se aleja de lo natural, aunque éste sea el punto de partida; lejano suena jazz en alguna emisora, casi imperceptible, como el color verde, como la forma de una hoja, como el giro súbito de un insecto.


