sábado, 20 de febrero de 2016

Flecos




+ [La realidad y la ficción son caras de un mismo plano. Lo afirmo. Que por capilaridad se conecta la una con la otra y crean confusión, lo sostengo]. Se observa, en la primera hora de la mañana como los coches se dirigen hacia el puente y la música que suena en el nuestro transforma la rutina del desplazamiento en una postal multicolor con tintes futurista. Es una manera de construir una herramienta contra la reiteración y la abulia. Por eso tengo una preferencia indiscutible: las listas aleatorias, o la totalidad de la música en el reproductor. Diez mil canciones pueden con todo, o eso creen.

+ La acumulación de objetos (libros, cacharros, figuritas, por ejemplo) llevan a componer un paisaje de desorden y un autorretrato muy fiel. Demasiadas cosas se oponen a la finitud que lo gobierna todo. No es bueno tener muchas posesiones, decía algún monje budista, que en otro tiempo entretenía tardes de verano y lluviosas noches invernales. Una cabaña es suficiente, el alimento escaso y las posesiones mínimas, ni siquiera esa esponja para el baño. Es llegar a una casa y comenzar un análisis de los libros, los bibelots, lo cojines y la disposición de la prensa diaria [si hay]. Todo un retrato de sus habitantes. Pero por qué no comenzar por lo propio y particular.

+ Ondas do mar de Vigo. La nunca llega a ser violenta, pero tiene sus peligros. Nada está dado.

+ La casa estaba sumida en la oscuridad, del exterior llegaban los reflejos de la ciudad, las luces crispadas de la autopista, los neone violentos. Dejé que aquella oscuridad melancólica y persistiese. Llovía débilmente y un rumor de electrodomésticos y tráfico traían el sentido último de la ciudad. Libros, retratos de familia, títulos universitarios en sus antiguos marcos. Orlas, el vademécum, ceniceros sin uso, botellines de cerveza vacíos, la lejanía y el horizonte que la ciudad ofrecía a los pisos más altos. Todo era nostalgia y ejercicio de olvido. La insistencia en los recuerdos es un vicio como otro cualquiera.

`+ [Escenario expresionista en una noche extremadamente lluviosa].  Sobre un desmonte de eleva el triángulo que forma la coronación de una fachada, el único que se puede ver desde la carretera; hay una hiriente luz en la oscura y esponjosa noche. Llueve sin ritmo. Coches que bajan la cuesta, prudentes, lentos y brillantes como el charol del que se juega lo que ya no tiene. Libros, chocolate y café.  En otro tiempo tendría un pequeño tesoro de cigarrillos, papel de fumar y hachís; hoy sólo es un recuerdo con el mismo valor de un sueño entrevisto: ninguno.

+ Imagen: cómo la niebla toma el bosque.