sábado, 18 de julio de 2015

No-lugar




+ [Regreso de Oporto por la A28_ duermo y percibo la velocidad como un ornamento]: Un día más, otro día, el mismo paisaje: añorado, amado, que se olvida: también. La potencia transitoria del verano arroja una luz tangencial: desvela aristas y líneas aceradas en el interior del coche, a pesar de ser totalmente negro. El negro es una señal, es lo idéntico, la pasión remota. La ciudad es otra y así se debe reconocer, al primer golpe de vista: ya. Se elevan los edificios como los guerreros del cansancio. Hay en la calle alegría y los mercadillos ofrecen una gran variedad de objetos inútiles, que tanta importancia tienen en el sostenimiento de la persona. Hablamos sobre el olvido/desprecio en el que ha caído la literatura. Ya a nadie le interesa, ni siquiera a aquellos que un día fue motor de su vida y hoy son aburridos funcionarios de su expansión: profesores de enseñanza secundaria en excedencia. En una librería me llama la atención un cuadernillo sobre poesía trovadoresca. Qué curioso, cómo ha pervivido hasta hoy esa visión. cómo en alguna medida es posible reconstruirla. Se acumulan los obstáculos, pero llega hasta nosotros para contar lo que siempre ha estado ahí: la vida, el amor y la muerte. Las triadas son propias de la antigüedad, el presente prefiere lo dual: conectado/desconectado. Se llega a ese punto en que todo es estilo y su unión en la costura es fundamental: de ahí emana el cansancio que produce el calor, el dolor de cabeza, la necesidad de cerrar los ojos en el coche: mientras C. conduce y yo me dejo llevar por la certeza de la velocidad.

+ Conciertos de Brandenburgo: el gran antidepresivo, más curativo que cualquier pastilla, al nivel de la carrera sin descanso: diez kilómetros en una hora. Diez kilómetros por hora, esa es la velocidad adecuada. Ni más ni menos. Bach lo atestigua. Cierro y paso a la Variaciones Goldberg: primero en el piano, luego en el clave. Así se van los días, entre la postración y la entrega, la lucha contra el malestar y el paseo dominical. Con testaruda obstinación avanzan los libros, entre lo árido y lo venturoso. ¿Sin meta? Sin meta.

+ El no-lugar como marco esencial de lo transitorio: la totalidad. El baño de la estación de servicio, el comedor de un restaurante en la autopista, la tienda de regalos en el aeropuerto, el metro, el autobús, el hall de un hotel que no se recuerda salvo por los detalles plásticos del mostrador de recepción. Otros escenarios posibles. El amor se desarrolla en un ámbito que carece de personalidad.

+ Malestar, una vez más. La aglomeración en el centro comercial es especialmente desagradable. Las personas se deslizan por un recorrido previo, por una senda marcada. Me produce un extraño mareo, una sensación de pérdida y desorientación, el tiempo y el espacio se ven distorsionados y un reflejo de ebriedad se posa en cada rostro. Es un torbellino. Lo comento y no soy el único: a otros les sucede en distintas medidas. No deseo analizarlo, sólo es una taxonomía. Colocarlo en su justo lugar: a evitar. Mientras queda atrás el centro comercial, la autopista parece peligrosa: adelantamientos, velocidad excesiva, un penoso atasco y un repentino síntoma: lo impersonal, la muerte del sujeto, el derribo de la identidad. No es malo, es impuesto.

+ "Sous le moi qui agit, il y a des petits moi qui contemplent", G. Deleuze.

+ (Un plan de trabajo [sobre Foucault y su obra]: el ámbito: la novela). La acumulación de libros en torno al autor llega a formar una unidad que tiene su valor, que alcanza precisión mediante un solaparse las lecturas de los unos y de los otros. Como una suerte de recepción, de suma de datos, visiones biográficas y obra en sí. ¿Es una novela? Creo haber llegado a un punto en que puedo afirmar su verdad cambiante y modificable. Sin un formato preciso, asequible, preestablecido, el hecho de pasar de un libro a otro da una idea de un cuerpo múltiple y multiforme, es lo inasible de la persona [de Foucault, en este caso], pero también una creación que el lector hace mediante superposiciones, planos paralelos y niveles, estratos y fugas. ¿Es posible trasladar esta combinatoria a cualquier persona,  cualquier biografía? Es una tarea, pues la facilidad en el autor escogido es que hay una obra y unos libros sobre esa obra, una biografía e introducciones, breves apuntes y tesis doctorales. El material es netamente libresco, aunque se pueda ver algún vídeo en red, alguna entrevista o fotos y recortes de periódicos, entrevistas o debates. El caso contrario es escritura en sí, y ahí está el núcleo permanente de la narración. ¿Cómo llegar a una intersección entre ambas posibilidades? Continúa el plan de trabajo con F., mientras el envés espera su momento. ¿Llegará?


+ Imagen: el recorte, el anonimato, los zapatos que no se asocian a un rostro, el inicio de un paso. Acumulaciones, hace calor y se puede percibir un reflejo en todos los detalles que se encuentran en el mirar simple, sencillo, sin intención.