sábado, 13 de diciembre de 2014

Tertium non datur



+ Las oportunidades perdidas no es otra cosa que un ejercicio de redacción creativa. En treinta minutos se debe construir un relato o un ensayo de quinientas palabras. ¿Oportunidades perdidas? ¿El amor, el trabajo, el sexo, los negocios, la venta o la compra? ¿Qué consecuencias o enseñanzas se pueden obtener? Mientras me desplazo al trabajo pienso en ello y trato de relacionarlo con las lecturas diarias [esas que son como una medicación crónica: ¿Kenko o Marco Aurelio?]. Es difícil aceptarlo, pero semeja que hubiese un espíritu protector que nos guiase y aquello que parecía una pérdida en realidad es, inversamente, la salvación. Todo cambia. nada permanece. Repito: el carácter es el destino. Heráclito da la medida, quizá porque lo fragmentario abre posibilidades y las oportunidades pérdidas: la armonía invisible es mayor que armonía visible.


+ También Homero fue engañado por unos niños. 

+ Un viejo título que no utilizaré [a no ser que cambie de opinión]: 'censo de luces, escrutinio de sombras'.
 
+ Un curso de primeros auxilios. Finalmente, se trata de ver cómo el cuerpo humano es una máquina, entiendo ya al comienzo de la clase. La metáfora no es nueva, pero es dolorosa y efectiva. No hay escapatoria. Y la efectividad es rotativa, como lo es su certeza; lo que hoy nos vale, ayer no servía, a nuestro antojo usamos el medicamento, sin mayores consecuencias. Las fotos de quemados, los diagramas de huesos rotos, las instrucciones para la reanimación cardiaca, invitan a ese pensamiento. No puedo saber qué piensan mis compañeros, no es momento para indagar, pero supongo que de ser preguntados la explicación no estaría muy alejada.

+ La Mettrie, autor de El hombre máquina, propone que la única explicación al cuerpo y al cerebro, mente y alma, es materialista y, por tanto, su propuesta es voluptuosamente atea. La enfermera que imparte el curso explica cómo se muere el cerebro por falta de oxigeno, como las facultades se desmoronan. Su gestualidad se conecta con sus palabras. Pero me fijo en su bata y en su pelo. No hay mucho cuidado en su atuendo, ni en su peinado. Bajo la bata un vestido de cuero (!), color vino antiguo, una medias en el mismo tono y con lunares ocre. La estudio sin interés. Luego paso a la disposición del aula y la acumulación de objetos. Ese maquinismo es la llave para penetrar en el discurrir diario de trabajo, ocio y estudio. No es tan importante la permanencia, cuenta la intesidad del momento, pero no el disfrute grosero y feliz del banquete: Mettrie murió de una indigestión. Me gusta tener a punto mi coche y observar las indiciones del mecánico. Otro tanto con el cuerpo.


+ Se aproxima el final del año. ¿Es tiempo de hacer balance? Es electivo. Lo dejamos a un lado, no hay examen de conciencia, no hay confesión.

+ Un hombre fuma mientras espera el autobús. Es una silueta. Quién es, cuáles son sus ansias y afanes. Se difumina. Cada hombre, un deseo, pero sobre él hay algo común y permanente: su extinción.

+ Imagen: un pequeño azulejo capturado en la ciudad de Oporto. Estos fragmentos dan sentido a los paseos [o no]. Es la compañía la que eleva el tono del paseo. La soledad en el caminar es la otra cara de la hoja, pero se unen en un punto de fuga. Oporto en la distancia es próximo a una idea poética. Un azulejo roto, un hombre que fuma, el olor del vino y el perfil del humo.