sábado, 6 de diciembre de 2014
Aproximaciones
+ Hay una clasificación posible de los coleccionistas de mapas. Unos buscaría la calidad del objeto, al tiempo que la primordial importancia de su rareza. Lo excepcional. Bien el papel y la impresión deberán ser primorosos, bien su antigüedad o lo exclusivo del hallazgo. La otra clase o especie, la que me interesa, donde me incluyo, es aquella que indaga en las posibilidades literarias que todo objeto posee: la pista de aquellos que usaron el mapa y lo hicieron propio sin haberlo buscado. El deseo es variable y espontáneo. No se gastan mucho en un mapa, o más bien: nada. Los primeros invierten, los segundos fantasean y se entretienen en los interrogantes que eleva una marca, una cruz o un nombre o un teléfono. No son tesoros, son fragmentos de vida y por lo tanto el valor es muy superior. Así palpita el día en nuestras manos, el presente y el pasado. Abro un mapa del metro de Londres y en hay dibujado un corazón verde: ajado, descolorido, vivo. Allí estuvo ella. ¿Quién? No puedo responder.
+ Recuerdo cuando vi por primera vez una lata de refresco o cerveza. Fue en una playa, hace cuarenta años: tal vez. Llegó una lancha neumática con cuatro hombres. Podrían hablar en inglés, en holandés o en noruego. Parecían hombres venidos de los mares del Norte. Bajaron a la playa con una red donde se apilaban varias latas. Consumieron su contenido y las dejaron sobre la arena. En cuanto desaparecieron, se abalanzaron sobre ella unos niños mayores que yo. Escaparon y se sentaron en unas rocas: las miraban como se mira un tesoro. Brillaban al sol: azules metálicos, rojos intensos, verdes plateados y amarillos intensos. El precio y el valor se cruzaban en aquella tarde de agosto, en una de las recoletas playas de la ría, ¿quién atesora ese asombro, dónde está hoy?
+ [3 citas para la ocasión]: 1) Umberto Eco: el bolígrafo BIc es la única realización socialista, ya que anula todo derecho a la propiedad y toda distinción social. 2) Heráclito: el carácter es el destino. 3) The Who: I was born with a plastic spoon in my mouth.
+ [Ilustración]. El cartel descompuesto, recortado, rasgado, fruto del azar y la premura: recoge un rostro duplicado, o sus ojos, o unos labios que ya no son labios, sino la estela del momento. No son, pues, labios sino olvido. Ahí está el peligro y sus disfraces. El peligro del monstruo: irreconocible en su falta de humanidad. Ojos oscilantes. La bruma de la mañana establece una barrera y allí está ella, ante nosotros. Es difícil no disparar la foto. Una vez más pienso en los resortes que elevan o destronan las imágenes. V.gr.: convenientemente aislada, con su marco de acero pulido o sin límites ajenos, en resplandor blanco de la espaciosa sala del museo de arte contemporáneo, el resumen de aquel momento. Un día de noviembre del 14, lluvioso, espeso y frío, en los límites de las comunidades autónomas, conversaciones sin cigarrillos, sin alcohol, sin venenos. Poco más. Una foto en Madrid.
