sábado, 19 de octubre de 2024

Secretos



+ No tengo grandes esperanzas respecto a mis dibujos, pero, sin embargo, me resultan muy gratificantes. Ambos juicios no son contradictorios. No espero nada y obtengo un gran beneficio. El beneficio reside en el resultado de una tarea irrelevante y secreta, tan íntima que casi nadie la conoce. He desarrollado una suerte de sistema: dibujo del natural y he terminado por establecer un número limitado de motivos, que van desde lo urbano al detalle de los cafés de los que disfrutamos, sillas, mesas, paraguas o ventanas […] Me he inspirado en algo que le vi hacer a David Hockney en un documental en línea. La idea de tomar la realidad para mí me interesa mucho. Dibujo, luego en casa coloreo. Siempre en pequeñas libretas de bolsillo, siempre con mi portaminas, tan viejo ya, siempre con los colores que compré hace ya casi tres años. No es algo importante y ahí esta su fuerza. Lo hago y no espero nada, es un hacer por sí mismo, un hacer que, al menos es mi impresión, cancela el tiempo. El momento de la línea o el momento del color suspenden una cierta celeridad y me tranquilizan. Podría patentar como terapia este hacer, pero ni siquiera se trata de eso. Es un secreto.


+ Esta escritura, también, es un secreto. Se enlaza con lo anterior, en tanto en cuanto acto íntimo y no traspasable.


+ Oigo decía a alguien que  “lo que se hereda no se compra.” Bien. Determinismo, sin duda. Me agrandan  las posibilidades interpretativas que se despliegan. 


+ Hay una serie de normas que me he impuesto. La primera es no borrar. Sobre estas gravitan todas las demás. Cuando dibujo queda lo que queda. Alguna vez he borrado, pero entiendo que, en este sistema de dibujo y coloreado, no tiene sentido desechar porque lo imperfecto es un reflejo importante e interesante del momento. Tampoco arranco hojas de las libretas. Tiene que ve con una palabra que me gusta especialmente: fluir. Borran líneas o romper hojas va en contra del verbo fluir. La corriente de agua que se aleja no admite correcciones. Leo sobre el dibujo a mano alzada y la poesía que contiene admite el paso de esa idea a la bendita limitación del verso bien medido, el endecasílabo [que en este momento me resulta el más adecuado]. En fin, las normas en lugar de restar liberta, coadyuvan ese elevarse del vuelo. Aunque no exista un propósito, salvo el hacer en sí mismo, las restricciones subliman el hecho mismo. [Pienso, tras lo escrito, en los dibujos de Rafael Moneo y trato de establecer una conexión entre esto y lo construido].


+ En el ínterin, nos debatimos entre el ser y el pensar. Toda una aventura secreta, que reluce en las últimas horas del día y se expande en la promesa del siguiente.


+ Le preguntan a Thomas Bernhard qué importancia tienen en su literatura los lugares a los que va de vacaciones. “Los dos lugares más importantes son el lugar donde se nace y el lugar donde se muere.” En otro lugar habla de injusticia de las habitaciones individuales [que yo he sufrido en más de una ocasión, en otras las he disfrutado]. Habla de ciudades, de gente, trabajos y su escritura, esa práctica. Hoy leí cosas sobre él, en algún momento de la mañana y ese zumbido ha quedado vibrando. Recordé lo leído. Recordé el libro de entrevistas televisivas que compré hace años y lo recuperé [es de aquí de donde he entresacado esas dos citas]. El papel del lector tal vez sea este: navegar despreocupadamente y no emitir juicio. Si la lectura es solitaria de por sí, en mi caso se ve aumentada. Que quede claro: nunca me apuntaría un club de lectura.


+ Busco algo de Thomas Bernhard y cojo una cita: “La ciudad, poblada por dos clases de personas, los que hacen negocios y sus víctimas, sólo es habitable, para el que aprende o estudia, de forma dolorosa, una forma que turba a cualquier naturaleza, con el tiempo la disturba y perturba y, muy a menudo, sólo de forma alevosa y mortal.” Esta extraída de El origen, en un tomo que se lleva el título de Relatos autobiográficos. En la portada aparece el autor entregado a uno de sus placeres: la lectura de periódicos en los cafés de Viena [quizá de cualquier otro sito]. Ahí, en ese placer recóndito, me situó yo, hoy, quizá mañana: la reposada lectura de los periódicos en los cafés [en el descanso en el trabajo lo práctico casi todos los días laborales].


+ Imagen: recorte.