+ Ahora que he regresado al flamenco, escucho, ahora mismo, un mix de Camarón en YouTube. Al final se trata de una rememoración, la reconstrucción de un pasado que fue y que no fue. Aquí están las guitarras, los paisajes y las fotos, viejas amistades el recuerdo de mañanas despejadas de sábado.
+ Hay siempre una extraña nostalgia de una vida que nunca se llegó a vivir. La nostalgia remite al nostos, la necesidad de regresar a la patria o el simple y sencillo regreso. Escucho a Camarón, iremos a ver la exposición de Tapies, a Cádiz viajamos. De una manera inefable, regreso a ese un mundo que no germinó en su momento y ahora se convierte en una isla de ilusión. Las ideas que dejé a un lado ahora regresan cargadas de fuerza. Así, la guitarra despierta y ensayo acordes flamencos y la luminosa idea de una ciudad bañada por la luz se hace materia en recuerdos de Cádiz. Son idea, fugaces ideas que relevan el día, su afán.
+ Sigo el desarrollo de la guitarra de Sabicas en su esplendor y parece como si yo comprendiese algunas cosas. Cosas, me digo en la indeterminación de la palabra. No se trata de un descubrimiento, sino de reconocerse en el anclaje que nos lleva a esa nostalgia de la que antes hablé. Falta de claridad, me digo, esta es una de mis carencias. La claridad no como cortesía, sino como obligación. Trataré de corregirme, pues de eso se trata. Ahora.
+ Una vez establecido el adagio que yo solo leo escritores fallecidos, ahora construyo algo similar para la música. Mi resucitado flamenco. Soy el de antes y el ahora. Y, así, escucho al Niño Miguel o a Rafael Riqueni. El tiempo dibuja una silueta que no termino de reconocer, pero que voy atisbando. Ese soy yo, en el cambio y la impermanencia.
+ Imagen: paseos al atardecer, grises cuando el sol todavía brilla. Un apunte, otro olvido.
